Sacerdote copiapino cumple 25 años de ministerio sacerdotal
Gracias al Señor por haberme llamado. Así comenzó su homilía el padre Jaime Pizarro, al celebrar 25 años de ministerio sacerdotal, en una concurrida misa en su actual parroquia, Nuestra Señora de la Esperanza, este lunes 17 de noviembre.
El p. Jaime dijo sentirse profundamente agradecido “porque el Señor me ha sostenido todo este tiempo, con mis dudas, mis temores y mi fragilidad”. También agradeció a las comunidades de las parroquias donde ha estado. Habló del inicio de su ministerio, cuando estuvo durante unos meses en Jesús de Nazaret. Luego, su larga permanencia en Nuestra Señora del Carmen de Chañaral, primero por tres años, tras los cuales se fue dos años a estudiar a España, y donde asumió dos parroquias pequeñas en Algemesí: Nuestra Señora del Pilar y San José Obrero. Narró su vuelta a Chañaral, donde permaneció desde 2008 hasta 2020, cuando, siendo administrador de la diócesis y en el inicio de la pandemia, asume su actual parroquia. Recordó, asimismo, las dificultades que impuso el covid, diciendo que “fue un tiempo muy difícil”.
Vocación desde niño
El padre Jaime contó que desde niño manifestó su deseo de ser sacerdote. “esto nunca se apartó de mí y fue haciéndose más fuerte”. Recordó que siendo adolescente quiso negar este llamado. “Fue una lucha interna contra algo que estaba claro; creo que en 4° medio ya fue más fuerte”. Fue ahí cuando, participando en la Catedral, el obispo Fernando Ariztía y el sacerdote Juan Pedro Cegarra se transformaron en puntales de su vocación. Expresó con convicción que el testimonio de ellos, su radicalidad en el seguimiento del Señor, le mostraron cómo vivir el evangelio y el servicio a los más pobres. “Ese ejemplo me arrastró”, señaló. También mencionó al sacerdote francés Roberto Lebegue y a las Hermanitas de Jesús.
Gratitud hacia los jóvenes
Reconoció el cariño de las personas, sobre todo en los difíciles tiempos de pandemia, y la muerte de sus padres, que ocurrió con pocos años de diferencia, primero su madre en 2021 y en mayo de este año, su padre. También mencionó la crisis de los abusos como un periodo especialmente difícil para él. “Hubo mucho temor, desconfianza, miradas severas”, dijo, lo que le impidió ser el sacerdote cercano que quería ser. Y, por último, una reciente y dolorosa hernia en la columna, por la que tuvo que ser operado hace unos días.
Terminó diciendo que “los jóvenes de la parroquia me han hecho tanto bien, han renovado en mí la esperanza, el cariño, la amistad. Ellos me han sanado del temor y la distancia que me autoimpuse, me han devuelto la manera de vivir el ministerio como quiero vivirlo hasta el fin de mi vida”, dijo con emoción.
En el ofertorio, junto al pan y al vino se llevó al altar un dibujo del obispo Fernando Ariztía, y una estola. Y al final, la acólita Vanesa Robles a nombre de la comunidad, agradeció al Señor el ministerio del padre Jaime, su entrega y su amor por la Iglesia. Para terminar, la señora María Orellana, de la parroquia Santa Cruz, recitó un poema al p. Jaime y le regaló un rosario, hecho por sus propias manos.
En la misa lo acompañaron los sacerdotes Gabriel Horn, René Cabezón y Rafael Domínguez, de los Sagrados Corazones, que viajaron desde Diego de Almagro para la ocasión. También sus compañeros de seminario, padres Mauricio Arancibia desde Vallenar, y Francisco Javier Medina, y el diácono Ricardo Rojas, quien lo conoce “desde niño”.
Después de la misa, la comunidad de la parroquia ofreció una convivencia donde reinó la alegría y la fraternidad.

