La noche del jueves 16 de octubre se reunió en la capilla Espíritu Santo en Copiapó, el equipo de Nadie menos por la droga con el responsable nacional de este movimiento, Francisco Carreño. El objetivo fue compartir un momento de oración, de diálogo, y luego recorrer el territorio para entregar colaciones a personas en situación de calle. Esto como parte del proceso de instalación de este movimiento en la diócesis.
El encuentro reunió a personas de distintas parroquias, que llegaron hasta la capilla, perteneciente a la parroquia San José Obrero. Compartieron experiencias con personas con adicciones, y expresaron su esperanza en el trabajo en red y el trato digno. Luego partieron en dos grupos a recorrer los lugares donde habitualmente se reúnen personas en situación de calle, para ofrecerles café, una colación y un momento de diálogo.
Al volver a la capilla, se les unió el obispo. Mons. Ricardo Morales escuchó sus relatos de encuentro, les agradeció y los alentó a continuar. También se sumó al grupo el párroco, p. Guido Castagna.
Francisco Carreño dijo que esta instancia fue un compromiso con ser la iglesia en salida, el hospital de campaña para personas con consumo problemático, “para que estos hermanos sientan que verdaderamente son los preferidos del Señor”. Invitó también a las liturgias de esperanza que se celebran una vez al mes, y a sumarse a los encuentros virtuales.
Por su parte, con Ricardo se mostró muy contento con esta reunión, manifestando que el encuentro con el otro enriquece. “Cuando salimos a la calle al encuentro de un hermano, compartiendo lo que llevamos sencillamente, nutrimos el corazón con la humanidad que compartimos, y en esa humanidad nos surge la presencia del Resucitado”, dijo el obispo, y agregó que “como Iglesia podemos aportar una mirada de esperanza desde nuestra fe, fe en el Resucitado, que vence sobre toda situación de inhumanidad, de pecado y de muerte, eso nos permite ser una pequeña luz en medio de tanta oscuridad”.
Nadie menos por la droga es un movimiento eclesial que busca acompañar desde la dignidad y la opción preferencial por los pobres, a personas y comunidades que sufren el consumo problemático y la violencia que emana de la narcocultura en Chile.